La salvación es el proceso a través del cual Dios salva a los hombres del pecado y sus resultados. La salvación "denota el completo proceso por el cual el hombre es liberado de todo lo que podría impedirle alcanzar las grandiosas cosas que Dios ha preparado para él. O, en un sentido específico, "salvación" denota el goce actual de estas buenas cosas." (The International Standard Bible Encyclopaedia. Grand Rapids: Eerdmans, 1949. Vol. IV, p. 2665). "Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero" (1 Timoteo 1: 15).
La salvación es el antídoto del pecado. La Soteriología y la Hamartiología son complementarias. Hamartiología muestra la necesidad del hombre en relación a la salvación, y la Soteriología revela la providencia de Dios con la salvación a través de Cristo. El pecado es la pregunta; la salvación es la respuesta. El pecado es el problema; la salvación es la solución. El pecado es la enfermedad, la salvación es el remedio. Es el hombre quien peca; es Dios quien salva.
La soteriología, como otras divisiones de la Teología Sistemática, puede ser mejor comprendida si se reconoce su estructura. Las relaciones entre las doctrinas constituyen muchos principios individuales, los cuales juntos forman la estructura de la Soteriología. Ahora, nótense algunas de estas estructuras secundarias dentro de la estructura como un todo. Las doctrinas estudiadas aquí están en estudios detallados en otros capítulos del libro.
1. Cuatro cambios necesarios. La salvación implica cuatro cambios en el hombre. El pecador debe experimentar: (1) cambio en la naturaleza física, (2) cambio de corazón delante de Dios, (3) cambio de carácter, y (4) cambio en el comportamiento. En la naturaleza física el hombre es mortal; está sujeto a la muerte. Necesita ser transformado para la inmortalidad. Como está, o colocándose delante de Dios, el hombre es pecador, está bajo condenación e ira. En lugar de estar “en el mundo” necesita estar frente a Dios “en Cristo”. En carácter o naturaleza interna, el hombre es pecaminoso; está gobernado por su ego, la mente carnal, o el viejo hombre. A diferencia de ser dominado por su ego, necesita ser orientado por Cristo a través de su Espíritu. En conducta o acciones, el hombre peca; necesita vivir en rectitud y estar lleno del fruto del Espíritu.
El cambio físico en la naturaleza del hombre de mortalidad a inmortalidad ocurrirá cuando Jesús venga. Su cambio en una posición legal ante Dios ocurre en la conversión. Dios levanta al pecador fuera del mundo y lo coloca en Cristo cuando acepta la providencia de Dios para la salvación. El hombre experimenta un cambio en el carácter cuando se rinde al dominio de Cristo y permite su influencia dominante en su vida. El cambio de la conducta del hombre resulta de su cambio en el carácter. Cuando su carácter es gobernado por Cristo a través de su poder, la conducta será el fruto del Espíritu o de la justicia concedida de Cristo. Para un estudio detallado sobre los cuatro cambios del hombre vea el capítulo XXXIII, "Cuatro Predicados del Hombre."
2. Tres factores de salvación. Los tres factores de la salvación son: (1) La gracia de Dios, (2) La muerte de Cristo, y (3) la fe del hombre. La gracia de Dios es el origen de la salvación; la muerte de Cristo es la base de la salvación, la fe del hombre es la condición de la salvación.
3. Dos lados de la salvación. Los dos lados de la salvación son los lados divino y humano. El lado divino se refiere a lo que Dios hace en la salvación; el lado humano se refiere a lo que el hombre debe hacer en la aceptación de la salvación. El lado divino incluye las siete doctrinas de la salvación; el lado humano incluye la conversión.
4. Tres elementos de conversión. Los tres elementos de conversión son: (1) arrepentimiento (2) fe, y (3) bautismo. La conversión está en que el hombre acepta la salvación. Siempre que uno de los tres elementos de conversión se menciona en la Biblia, los otros dos están incluidos o implicados en su contexto. Algunos de estos elementos incluyen factores adicionales. La fe, por ejemplo, incluye y presupone el oír del evangelio. Los tres elementos básicos de la conversión son, por lo tanto, arrepentimiento, fe y bautismo. (Hebreos 6: 1, 2, Marcos 1: 15, Hechos 20: 21, Marcos 16: 16, Hechos 2: 38).
5. Tres elementos del arrepentimiento. El arrepentimiento incluye tres elementos: (1) reconocimiento del pecado, (2) dolor por el pecado, y (3) renuncia al pecado. El reconocimiento del pecado está relacionado con el intelecto del hombre; el pesar por el pecado, y su sensibilidad; la renuncia del pecado a su voluntad. El corazón verdaderamente arrepentido se manifiesta en la renuncia del pecado. Intelecto, sensibilidad y voluntad son tres elementos de la personalidad. Por lo tanto, incluye un cambio de pensamiento, sentimiento, y propósito en relación al pecado.
6. Tres elementos de la fe. Los tres elementos de la fe son: (1) creencia; (2) confidencia, y (3) fidelidad. El creer está relacionado con el intelecto del hombre; confidencia con su sensibilidad; fidelidad, con su voluntad. La esencia de la fe salvadora es la fidelidad, la cual incluye rendición y sujeción. La renuncia está relacionada con Jesús como Señor; la apropiación está relacionada con Jesús como sacrificio.
7. Siete doctrinas de la salvación. Los siete doctrinas de salvación son: (1) perdón (2) justificación (3) reconciliación (4) redención (5) santificación (6) novedad de vida (7) adopción. Como deudor, los pecadores necesitan perdón. Como criminales, ellos necesitan justificación. Como enemigos, ellos necesitan reconciliación. Como esclavos, ellos necesitan redención. Como impuros y sin santidad, ellos necesitan santificación. Como muertos, ellos necesitan de novedad de vida. Como pobres extraños, ellos necesitan adopción.
8. Aspectos vital y legal de la salvación. La salvación implica los aspectos legal y vital. El aspecto legal de la salvación resulta de lo que Cristo hace por el creyente. El aspecto vital de la salvación resulta de lo que Cristo hace en el creyente. La muerte expiatoria de Cristo hace posible que el pecador tenga una relación judicial apropiada con Dios. Su poder intrínseco hace posible una relación vital apropiada con Dios. Lo que Cristo hace por el creyente es externo, objetivo, posicional; lo que Cristo hace en el creyente es interno, subjetivo, personal. El aspecto legal de la salvación está relacionado con la pena del pecado y el aspecto vital, al poder del pecado. El aspecto legal de la salvación se refiere a la muerte expiatoria de Cristo y la justificación por la fe. El aspecto vital de la salvación implica la obra de Cristo a través de su Espíritu y la transformación interior del creyente. Muchos teólogos liberales niegan el aspecto legal o judicial de la salvación. Muchos teólogos conservadores, por otro lado, ignoran el aspecto vital de la salvación. Ambos son requeridos. Ellos son como los dos lados de una moneda, dos mitades de un todo. Uno sin el otro está incompleto. La relación legal del creyente con Dios debe preceder a su relación vital. Se debe estar en Cristo, antes de que Cristo pueda estar en alguien. La justificación debe preceder a la transformación.
9. Preposiciones de redención. Las preposiciones son palabras que denotan relaciones. En Soteriología, las preposiciones describen una relación de redención entre los creyentes y Dios a través de Cristo. La conversión puede ser resumida por la frase preposicional en Cristo. (Gálatas 3: 27.) La frase "en Cristo" se refiere a la nueva posición legal del creyente delante de Dios. La frase "Cristo en vosotros" se refiere al cambio en el carácter del creyente. Cuando Cristo habita en la vida del creyente a través de su Espíritu puede decirse que Cristo está en el creyente. La frase "con Cristo" se refiere a la futura glorificación del creyente. Los Evangelios pueden ser resumidos en las palabras, "Jesucristo." Hechos de los Apóstoles puede ser descrito por la frase, "en Cristo", relatando la historia de los pecadores siendo convertidos y entrando en Cristo. Las Epístolas pueden ser explicadas por las frases, "en Cristo" y "Cristo en vosotros". El Apocalipsis puede ser designado por la frase, "con Cristo."
10. Justicia imputada y concedida. Con el fin de obtener la justicia que Dios considera, se debe estar adecuadamente relacionado con Cristo. La justicia propia del hombre es sin mérito a la vista de Dios. La justicia producida por el individualismo o la carne es egocéntrica y una obra de la carne. Cuando el pecador es convertido, su pecado es imputado a Cristo y la justicia de Cristo es imputada a él. Con base en la justicia imputada, declara Dios que el creyente está justificado. La justicia imputada resulta de una relación judicial y legal. Es un mérito acreditado al hombre, es como un ornamento que lo viste. La justicia de Cristo es concedida al creyente gradualmente en la medida que permite que Cristo habite en su vida. El fruto del Espíritu es la justicia imputada, es la justicia de Cristo producida dentro del creyente que se entrega. La justicia imputada y la justicia concedida están en eslabón. Una sin la otra es incompleta. La justicia imputada resulta del sacrificio vicario de Cristo, la concedida resulta de su poder transformador.
11. Cinco relaciones. Los cinco principales términos usados para describir la relación del cristiano con Cristo son: (1) creyente (2) rama, (3) cuerpo, (4) edificio, y (5) novia. Cristo es el Sacrificio, Sustituto, y Salvador; el cristiano es el creyente. Cristo es la viña; el cristiano es la rama. Cristo es la cabeza; el cristiano es el cuerpo. Cristo es la fundación; el cristiano el edificio. Cristo es el novio; el cristiano la novia.
12. Tres tiempos de la salvación. Hay tres tiempos de la salvación. En la experiencia del cristiano existe la salvación pasada, la cual es un hecho cumplido; existe la salvación presente, la cual es un proceso progresivo; y existe la salvación futura, la cual es la promesa de esperanza. Los creyentes, por lo tanto, pueden verdaderamente decir, "yo fui salvo, yo estoy siendo salvo, y yo seré salvo." A través de su muerte expiatoria, Jesús salvó a los creyentes de la pena del pecado. Él pagó el precio por ellos. Quitó la culpa y la condenación. Cuando el pecador acepta a Cristo, él es salvo de la pena del pecado, no tiene condenación (Romanos 8: 1); está justificado ante Dios. Cuando Cristo habita en el creyente a través de su poder, progresivamente lo salva del poder del pecado. El poder del pecado es la influencia que ejerce sobre el hombre. El poder de Cristo equilibra el poder del individualismo, de la mente carnal. Andando en el Espíritu, el creyente no cumple el deseo de la carne (Gálatas 5: 16). Sólo el poder de Cristo puede liberar a la persona del poder del pecado. Cuando alguien se rinde al poder transformador de Cristo, éste es progresivamente salvo del poder del pecado. La presencia del pecado es la evidencia del pecado en el ambiente. Cuando Cristo regrese a la tierra, él salvará a los creyentes de la presencia del pecado. Toda la evidencia del pecado será removida y este planeta será transformado en un perfecto paraíso. Por lo tanto, los tres elementos de la salvación, están relacionados con la pena, el poder y la presencia del pecado.
Dios, el Salvador, desarrolla su obra de salvación a través del Salvador, Jesucristo. Como el mediador entre Dios y el hombre, Jesús es el medio a través del cual Dios cumple su obra de salvación. Como Dios, el Rey del universo, gobernará a través del reinado de su Hijo, el Rey de los reyes; y como Dios, el Juez de todos los hombres, cumplirá su obra de juicio a través de Cristo, el futuro Juez de la tierra; así Dios, el Salvador y Redentor, cumplirá su obra de salvación a través de Su Hijo, Jesús.
Jesús es completamente adecuado para ser el Salvador del hombre. Puede cumplir todos los requisitos; puede satisfacer cualquier deseo. Él es capaz para salvar a los hombres del pecado a la justicia, del sufrimiento hacia la gloria, y de la muerte eterna para la vida. Jesús tiene una relación singular con Dios y una relación única con la raza humana. Él es el unigénito Hijo de Dios y el perfecto Hijo del hombre. Él es singular en las características de cumplir los requisitos de un Salvador. Ninguna otra persona puede ocupar su posición ni hacer su obra de salvación. Cristo es el todo suficiente; Él es el único Salvador requerido. Jesús proveyó la base para la salvación en su vida perfecta, su muerte expiatoria, y su resurrección para la inmortalidad. Él es el canal a través de quien Dios concede bendiciones de salvación. Él es el medio a través de quien Dios da la inmortalidad y vida eterna a los creyentes en el futuro.
Dios hizo al hombre con soledad espiritual para que pudiera buscar la amistad de su Hijo. La vida sin Cristo es como "literatura sin el alfabeto, matemáticas sin números, y astronomía sin las estrellas." Sin Cristo, no se puede tener justicia, ni amistad con Dios, ni fuerza para el trabajo, ni esperanza para la eternidad. Alguien separado de Cristo, es nada; su existencia está vacía y en caos.
En Cristo, el hombre encuentra todo lo que necesita. Para el creyente, Jesús es el todo suficiente Salvador; él es el pleno amor.