El fruto del Espíritu se refiere a las semejanzas de la característica de Cristo las cuales el Señor produce dentro de los creyentes mediante su poder, el Espíritu Santo. Cuando el creyente reconoce a Cristo como Señor y entrega los poderes de la mente y el cuerpo a su influencia transformadora, se producen dos resultados: el creyente "no satisface la concupiscencia de la carne" (Gálatas 5: 16), y su vida está llena del fruto del fruto espíritu. (Gálatas 5: 22, 23.) El primer resultado es el negativo; y el segundo resultado es positivo. El creyente se “deshace" del viejo hombre (Efesios 4: 22, Colosenses 3: 8, 9); y se viste del nuevo hombre (Efesios 4: 24, Colosenses 3: 10-14). En el primero, la naturaleza del pecado es suprimida; en el segundo, la nueva naturaleza se expresa. Estos dos resultados, producidos por el revestimiento de Cristo, ocurren juntos. Ellos son como los dos lados de una moneda; uno sin el otro está incompleto.
La transformación de carácter resulta en una reforma de conducta. Ramas producen frutos. Cuando la vida es gobernada por la carne, la conducta del hombre está en las obras de la carne (Gálatas 5: 19- 21.) Cuando la vida es gobernada por Cristo a través del Espíritu, la conducta del hombre es el fruto del Espíritu. (Gálatas 5: 22, 23.) El fruto del Espíritu es el opuesto de las obras de la carne. Pablo escribió: "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, Idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, Envidias, homicidios, borracheras, banqueteos, y cosas semejantes á éstas: de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, Mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley"(Gálatas 5: 19-23).
Gálatas 5:22,23 Frutos del Espíritu
Efesios 5:19 Fruto del Espíritu
Filipenses 1:1 Frutos de justicia
Romanos 5:5 En el corazón por el Espíritu Santo
Romanos 14:17 Justificación en el Espíritu
Romanos 15:13 Por el poder del Espíritu Santo
1 Corintios 13 Frutos contra dones del Espíritu Santo
2 Pedro 1:4-8 Agregar a la fe
Colosenses 3:5-27 Vestir al nuevo hombre
Romanos 12:9-21 El amor sea genuino
Cuando Cristo habita dentro del creyente rendido, transforma el carácter y la conducta en su propia semejanza. Dios desea que los creyentes sean "conforme a la imagen de su Hijo" (Romanos 8: 29). Los creyentes hoy se vuelven como Cristo en sus mentes y acciones; y ellos serán como él en su naturaleza física inmortal en la resurrección. Hoy Jesús busca hacer al creyente a su semejanza. Por lo tanto, el fruto del Espíritu, describe las propias características de nuestro Señor. Gálatas 5: 22, 23, han sido descritos como las más cortas biografías de Cristo ya escritas. Jesús reveló todo de estos frutos espirituales en su propia vida. El cristiano se entrega a Cristo y ejercita una continua actitud de fe en él, el camino está abierto, mediante el cual Cristo puede ejercer una influencia sobre la mente del creyente y puede producir los mismos frutos espirituales dentro del individuo. Estas características se describen como fruto del Espíritu porque el Espíritu es el medio a través del cual Cristo produce estas cualidades.
El fruto del Espíritu es la justicia de Cristo concedida. Es la justicia producida dentro del creyente que se entregó a su poder transformador. La justicia concedida difiere de la justicia imputada. Cuando el creyente es justificado, él tiene de Cristo la justicia imputada. La justicia perfecta de Cristo en relación con la santa ley de Dios es imputada al pecador convertido. (2 Corintios 5: 21.) Se coloca en la cuenta del creyente. Ella provee la base judicial mediante la cual Dios puede tratar al pecador convertido como si este pecador fuera justo en relación a su ley. La justicia imputada de Cristo es algo externo al creyente. Es como una vestimenta de "lino fino, limpio y blanco" (Apocalipsis 19: 8) del cual el hombre es vestido. Por otro lado, la justicia concedida por Cristo es algo producido dentro del creyente. En verdad el cristiano se vuelve "glorioso dentro de ella" (Salmos 45: 13). Él se vuelve justo en condición, así como en posición delante de Dios. Las características amables de la justicia de Cristo se conceden o se transmiten dentro de la vida del creyente.
Nuestro Salvador ilustró la relación entre él y el cristiano cuando dijo: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer." (Juan 15: 5). En esta ilustración, la vid representa a Cristo; la rama representa al creyente. La posición de la rama en la vid figura al creyente que está en Cristo. El fluido vivo (la savia) que transmite vida y los nutrientes a la rama es el Espíritu. El hecho de que la vida de la vid fluya hacia dentro y exista dentro de las ramas es verdad de que Cristo habita dentro del creyente a través de su Espíritu. El fruto de la vid representa el fruto del Espíritu. El fruto es producido en la rama, pero es producido por la vid. El medio por el cual la vid produce el fruto en la rama ocurre por el fluido vivo, o la savia, de la vid. El fruto del Espíritu, producido dentro del creyente, resulta de la obra de Cristo que obra la obra transformadora a través de su Espíritu.
Se puede observar la diferencia entre "fruto" y "obras." La conducta del pecador se describe como "obras" de la carne; la vida cristiana es figurada como "fruto" del Espíritu. Obras son producidas por el pecador; el fruto es producido "dentro" del cristiano. Aunque el cristiano tiene la responsabilidad de conservar y mantener una actitud de fe, el fruto se produce dentro de su vida mediante las obras de Dios y Cristo. "No por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas." (Efesios 2: 9, 10). "Porque Dios es el que opera en vosotros tanto el querer como el efectuar, según su buena voluntad." (Filipenses 2: 13). "Os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo: al cual sea gloria por los siglos de los siglos ..." (Hebreos 13: 21).
El fruto del Espíritu no resulta de obras humanas. Estas gracias divinas no pueden ser producidas de una aplicación de la psicología humana, mediante cualquier mera dirección de la voluntad humana, o por cualquier esfuerzo de la naturaleza carnal. La justicia producida por el "yo" es auto justicia; las obras producidas por la carne son obras de la carne. "Espiritualidad sin el Espíritu es “yoalidad” "El cristianismo sin Cristo es “yonismo”, la religión del yo". Nadie puede producir fruto sin la raíz. El fruto es la manifestación natural de la raíz. Alguien observó que los esfuerzos humanos para producir los frutos del Espíritu sin Cristo es como atar adornos a un árbol. Los adornos son inanimados y no tienen contacto vital con la vida del árbol. El fruto del Espíritu se refiere a las obras divinas producidas por el Espíritu dentro del cristiano, mediante la acción de Dios y Jesucristo. El cristiano debe tener el deseo de que estas gracias sean producidas dentro de él. Debe poseer un deseo activo, una fe activa, y una apropiación objetiva de esta justicia concedida por Cristo.
El término "fruto" es singular. Las nueve gracias espirituales incluidas en este fruto forman un todo indivisible. Ellas constituyen un racimo del fruto; una gracia no puede ser separada de las otras. El "fruto", en singular, indica la unidad del carácter dentro de Cristo y dentro del cristiano. Por su relación con Cristo, el cristiano experimenta la unidad de vida, personalidad y propósito. Sus ojos son singulares, (Mateo 6: 22, 23); Él ama a Dios grandemente (Mateo 22: 37); tiene los lomos ceñidos por el entendimiento (1 Pedro 1: 13). Todas las virtudes de la vida del cristiano están equilibradas, armonizadas, y se combinan juntas en una vida singular dirigida en Cristo.
Cada virtud o característica de la vida del creyente debe ser balanceada por otra virtud. Virtudes no equilibradas por otras correspondientes causan un carácter incompleto en la persona, desequilibrio, y desvanecimiento. Por ejemplo, una persona puede ser tan humilde que sea tímida. Puede ser tan simple que sea engañada. Puede ser tan tolerante que no tenga convicciones, o puede ser tan firme que sea obstinada. Puede ser tan económica que sea avaricia. Puede ser tan entusiasta que sea fanática; el fuego santo puede ser fuego salvaje. Nadie puede ir de un extremo al otro. Una persona no puede ser orgullosa ni tímida, ni desconfiada ni simple, ni indolente ni histérica, ni derrochadora ni miserable, ni ansiosa ni imprudente, ni glotón ni ascético, etc. La economía debe estar en equilibrio con la generosidad; la convicción debe estar equilibrada con paciencia; la humildad debe estar equilibrada con el respeto propio. La amonestación para "abstenerse de lo malo" está balanceado con la amonestación par "unirse a lo que es bueno" (Romanos 12: 9). (Ver E. Stanley Jones, Abundant Living. Nashville: Abingdon-Cokesbury Press, 1942, págs. 159, 160)
Pedro escribió, "Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, mostrad en vuestra fe virtud, y en la virtud ciencia; Y en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia, y en la paciencia temor de Dios; Y en el temor de Dios, amor fraternal, y en el amor fraternal caridad." (2 Pedro 1: 5-7). La palabra "añadir" en este texto es traducida del griego epichoregeo, un término musical que significa "combinar juntos." Como el director musical griego combina varias voces en el canto de una canción, así el creyente debe combinar juntas todas las gracias espirituales y el fruto del Espíritu en armonía, belleza, conforme a la semejanza de la vida de Cristo.
La distinción entre el fruto del Espíritu y los dones del Espíritu ya se ha observado en el capítulo XLIX, "La obra de Cristo mediante su Espíritu." Dones del Espíritu (1 Corintios 12) se refieren a las habilidades sobrenaturales que Cristo dio a los obreros cristianos durante la era apostólica de forma que fueran capaces de realizar su obra. Fruto del Espíritu se refiere a las virtudes en la semejanza de Cristo producidas en el interior de los creyentes por Cristo mediante el Espíritu Santo. Los dones del Espíritu son externos y temporales; el fruto del Espíritu es interno y permanente. Poseer dones del Espíritu es opcional; el tener el fruto del Espíritu es esencial. Los dones del Espíritu son inferiores al fruto del Espíritu. En 1 Corintios 13, Pablo mostró que el amor, que resume el fruto del Espíritu, es superior a los dones del Espíritu.
Los nueve elementos que constituyen el fruto del Espíritu son caridad (amor), gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (auto control). Las palabras originales griegas usadas por Pablo cuando él escribió sobre el fruto del Espíritu son: agape=amor; jara=júbilo; irini=paz; makrotymia=longanimidad o paciencia; jrestotes=blandura o benevolencia; agathosyne=bondad o generosidad; pistis=fe o fidelidad; praotes=humildad o la blandura; egkrateia, templanza o auto control.
En relación a Dios, Cristo, y el hombre, la plenitud del Espíritu en la vida es el amor. El amor es el principal fruto del Espíritu, y resume todos los dones espirituales. En respuesta al lamento, tristeza, y sufrimiento, el Espíritu pleno en la vida es la alegría. En respuesta a la inquietud, confusión y tumulto, es la paz. En la relación del creyente con la persecución, dificultades, imperfecciones de los demás, y los factores que no pueden ser alterados, el fruto del Espíritu es la longanimidad o paciencia. En respuesta a la irritación, injusticia, e insultos, en la vida dirigida por Cristo está la blandura o la gentileza. En respuesta a las necesidades de los demás, está la generosidad o bondad. En la relación del creyente con la verdad, la justicia y la obra del Señor, el fruto del Espíritu es la fidelidad. En la actitud hacia uno mismo o hacia los demás está la mansedumbre o la blandura. En la relación de uno con las tentaciones y el instinto dado por Dios, la vida llena del Espíritu es la templanza o el autocontrol. El auto control, propiamente, resulta cuando alguien está en Cristo centralizado.
1. Amor. "El fruto del Espíritu es el amor" (Gálatas 5: 22). El amor es el más importante fruto del Espíritu, y en cierta forma, resume todos los demás factores incluidos en los frutos del Espíritu. Alguien de una forma bella analizó el fruto del Espíritu en Gálatas 5: 22, y mostró que todas las gracias mencionadas son diferentes formas del propio amor. El apóstol no está hablando de frutos diferentes, sino de un fruto, el fruto del Espíritu, y las varias palabras que siguen son en realidad fases y descripciones de un fruto, el cual es el amor. Gozo, el cual es el primero mencionado, es el amor con alas; la paz, que sigue, es el amor envolviendo con sus alas, y anidándose bajo las alas de Dios; la longanimidad es el amor duradero; la amabilidad es el amor en sociedad; la generosidad es el amor en actividad; la fe es el amor en confidencia; la mansedumbre es el amor que soporta; la temperancia es el amor propio, y la consideración adecuada por nuestros propios intereses reales, en que esté la obligación del amor, como la consideración por los intereses de los demás. Así vemos que el amor es esencial para el pleno carácter cristiano, así como es el complemento y corona también de todo. (A B. Simpson, Walking in the Spirit. Harrisburg: Christian Publications, Inc., Pág. 86, 87).
En el famoso capítulo sobre el amor, 1 Corintios 13, Pablo enfatiza la superioridad y la preeminencia del amor. En el capítulo anterior, el apóstol trató sobre los dones del Espíritu, los cuales Cristo concedió sobre los obreros del Nuevo Testamento de forma que la Palabra fuese confirmada. (Marcos 16: 20, Hebreos 2: 3, 4.) Poseyendo los dones del Espíritu, los individuos podrían operar milagros, curar a los enfermos, resucitar a los muertos, hablar lenguas extrañas, o predecir eventos futuros. Pablo dijo a Corintios que algo era superior a los dones del Espíritu. Él dijo: "Yo os mostraré un camino más excelente" (1 Corintios 12: 31). Él dijo que el amor, el fruto del Espíritu, es más importante que los dones del Espíritu. "Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve." (1 Corintios 13: 1-3).
Nuestro Señor enseñó que el amor resume las enseñanzas éticas de la ley y de los profetas. "Y uno de ellos, intérprete de la Ley, preguntó para tentarlo, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la Ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente". Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.” (Mateo 22: 35- 40). Pablo escribió: "No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros, pues el que ama al prójimo ha cumplido la Ley, porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás", y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Rom 13:10. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la Ley es el amor.. "(Romanos 13: 8-10). El amor es descrito por Jacobo como la ley real. "Si en verdad cumplís la Ley suprema, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo", bien hacéis." (Santiago 2: 8).
El amor es una marca de identificación de un cristiano. Jesús dijo: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. Juan 13:35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros"(Juan 13: 34, 35). Nuestro Señor también dijo: "Así como el Padre me amó, así os amé a vosotros: prosiga en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor." (Juan 15: 9, 10, 12, 17).
Tres pensamientos están en eslabón: El amor de Dios por nosotros, el amor de Dios en nosotros, y el amor de Dios a través de nosotros. Norman B. Harrison mencionó estos tres pensamientos en su libro, His Love (Minneapolis: The Harrison Service, 1943). El primer pensamiento se relaciona con la salvación; el segundo, con la santificación; y el tercero, con la obra. Dios reveló su amor por nosotros en la providencia de nuestra salvación mediante el sacrificio de su Hijo. Dios produce su amor en nosotros mediante el fruto del Espíritu.
Por la conversión, el hombre acepta el amor de Dios por él. Mediante la entrega el dominio de Cristo y por su poder que habita interiormente, el hombre experimenta una transformación interior la cual resulta en el amor de Dios presente en sus actitudes y acciones. El amor que forma parte del fruto del Espíritu es el amor de Dios y Jesús el cual es concedido al creyente. "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" (Romanos 5: 5). Así como la vid envía el fluido vivo para que las ramas produzcan fruto, Dios y Jesús envían el amor hacia dentro de la mente y corazón del creyente para producir el verdadero amor, el fruto del Espíritu. El amor de Dios a través de nosotros, el tercero en esta serie de pensamientos, se refiere al amor cuando fluye de nuestras vidas a la vida de los demás. El amor de Dios en nosotros se refiere al carácter del creyente; el amor de Dios a través de nosotros se refiere a la conducta del creyente. El cristiano es un canal mediante el cual Dios puede mostrar su amor a la humanidad.
El amor debería ser la atmósfera en la vida del creyente. Los creyentes son instruidos a amar a Dios. (Mateo 22: 37, Romanos 8: 28, 1 Corintios 2: 9, 8: 3, Santiago 1: 12, 2: 5, 1 Juan 4, 19-21, 5: 1- 3, Salmos 31: 23.) Los creyentes son instruidos para amar al Señor Jesucristo. (Mateo 10: 37, Juan 8: 42, 14: 15, 21, 23, 1 Corintios 16: 22, Efesios 6, 24, 1 Pedro 1: 8). Los cristianos son exhortados a amar a los hombres (1Tesalonicenses 3: 12) , a sus vecinos (Mateo 22: 39, Romanos 13: 9, 10, Gálatas 5: 14, Santiago 2: 8, Lucas 10: 27-37), a sus enemigos (Mateo 5: 43- 47, Lucas 6: 35; 12: 17- 21), y unos a otros (Juan 15: 12, Romanos 12: 9, 10, Gálatas 6: 10, Efesios 1: 15, 4: 2, 5: 2, Colosenses 2: 2, 3: 14 (1: 1, 2: 17, 3: 8, 4: 8, 1Juan 3: 10, 14, 18, 23, 4, 7, 8, 4, 7, 8, 4, 7, 8, 11, 20, 21, 5: 1, 2).
Harold J. Doan escribió:
Este amor debe también ir más allá de la fe y abrazar a todo el mundo. Hay dos mil quinientos millones de hijos de Dios por creación en este mundo y Dios y su Hijo con afecto aman a cada uno de ellos. Dios desea tener cada uno de estos hijos en su Reino. Para nosotros ellos pueden ser no amables, pero Dios los ama. La Parábola del buen samaritano enseña que nuestro amor debe ser lo suficientemente amplio para incluir a cada persona de la tierra, amables y no amables. (The Restitution Herald, 16 de julio, 1956.)
2. Alegría (Gozo). El segundo elemento del fruto del Espíritu es la alegría. La alegría es una característica distinta en la vida del cristiano. La alegría dentro del cristiano resulta de la obra de Cristo mediante su poder que habita en el interior del creyente. Él dijo: "Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo." (Juan 15:11). "... Pero ahora vuelvo a ti, y hablo esto en el mundo para que tengan mi gozo completo en sí mismos." (Juan 17: 13). El fruto del Espíritu, que hemos considerado, se refiere a las propias características de Cristo a las que él concede a los cristianos. Por el Espíritu Santo, Jesús concede su alegría sobre el creyente. (Colosenses 1: 11, Romanos 14: 17, 15: 13, 1Tesalonicenses 1: 6.).
El pueblo del Señor es instruido para ser alegre. "Alegraos en Jehová y gozaos, justos; ¡cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón! "(Salmo 32: 11). "... No os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza." (Nehemías 8: 10). "Regocijaos, siempre, en el Señor; otra vez digo: regocijaos. "(Filipenses 4: 4). "Regocijaos siempre." (1Tesalonicenses 5: 16). "Vosotros, que lo amáis sin haberlo visto, creyendo en él aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso." (1 Pedro 1: 8). La exhortación al pueblo del Señor para alabar a Dios es un estribor que ocurre repetidamente en los Salmos. Un ejemplo es el Salmo 95: 1, 2, "¡Venid, aclamemos alegremente a Jehová! ¡Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación! ¡Lleguemos ante su presencia con alabanza! ¡Aclamémoslo con cánticos!" "... Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Hebreos 13: 15). Pablo escribió: "La palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros. Enseñaos y exhortaos unos a otros con toda sabiduría. Cantad con gracia en vuestros corazones al Señor, con salmos, himnos y cánticos espirituales." (Colosenses 3: 16). "No os embriaguéis con vino,[18] en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones" (Efesios 5: 18, 19) .
La alegría es la nota principal de Filipenses. Esta epístola de Pablo se puede resumir en la frase: "Alegraos en Cristo." (Filipenses 1: 4,18, 25, 26, 2: 2, 16-18, 28, 29, 3: 1, 3, 4: 1, 4, 10.) Aunque Pablo estaba en "cadenas," un prisionero de César en Roma, su corazón estaba lleno de goce. Él estaba agradecido por el privilegio de sufrir por Cristo.
Los pecadores por naturaleza están sin el verdadero gozo. La vida del hombre está llena de discordia, tumulto, y tristeza porque está fuera de sintonía con Cristo y la "música del universo." Melancolía y tristeza resulta de estar centrado en sí mismo. Mirando hacia los propios resultados con temor; mirando a Dios trae gozo y alegría. La mirada hacia sí mismo genera tristeza y desesperación; mirar hacia Dios trae alegría y esperanza. "Lujuria es igual a la repugnancia." El individualismo es miseria. Cuando se considera la posición del pecador ante Dios puede observarse que el pecador tiene razones para estar triste y melancólico. (Efesios 2: 12.)
El cristiano experimenta alegría porque sabe que sus pecados han sido perdonados. Después que el etíope fue bautizado por Felipe, "el alegre siguió su camino" (Hechos 2: 39). Después que el carcelero de Filipos fue convertido a Cristo y fue bautizado en medio de la noche, él "se alegró creyendo en Dios con toda su casa" (Hechos 16: 34). Jesús les dijo a sus discípulos, "regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos" (Lucas 10: 20). "Hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente" (Lucas 15, 10), “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios, porque me vistió con vestiduras de salvación”. (Isaías 61: 10, Salmos 40: 2, 3, Romanos 5: 11).
El creyente experimenta alegría en medio de las tribulaciones. Hay una diferencia entre la felicidad y la alegría. La felicidad está basada en lo que sucede para una persona. La alegría está basada en el carácter de la persona. El cristiano puede sentir alegría interior incluso en las cosas equivocadas que le suceden. "No es lo que sucede con nosotros, sino cómo reaccionamos a lo que sucede con nosotros que revela el carácter." La verdadera alegría es determinada, no en donde estás, sino por lo que eres. Pablo y Silas estaban en la cárcel en Filipos porque ellos predicaban el evangelio. Sus cuerpos estaban sangrando por los azotes recibidos. Sin embargo, estos hombres devotos, no murmuraron ni discutieron. "Cerca de la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban." (Hechos 16: 25)
Alguien observó: "Los cristianos perseguidos estaban en la prisión, pero la prisión no estaba en ellos." La religión cristiana no tiene barreras de lamento. Los cristianos son agradecidos por todas las cosas; en todas las cosas se regocijaron. (Mateo 5: 11,12, Lucas 6: 22, 23, Hechos 5: 41, 2 Corintios 6: 10, 7: 4, 1 Pedro 1: 6, 4, 13, Santiago 1: 2, Habacuc 3: 17, 18.)
El corazón del cristiano está lleno de goce porque tiene esperanza en cuanto al futuro. Ellos "se regocijaron en la esperanza de la gloria de Dios" (Romanos 5: 2). Ellos son figurados como los que se regocijan en la esperanza (Romanos 12: 12). El creyente tiene una esperanza por la eternidad. Él sabe lo que está por venir. Él sabe que se le dará la inmortalidad cuando Jesús venga. Aunque puede caer en el sueño de la muerte, sabe que será levantado de la sepultura, transformado y glorificado. Las palabras "alegría" y "esperanza" se utilizan de forma intercaladas en la Biblia. (1 Tesalonicenses 2: 19, Hebreos 12: 2.) La esperanza produce la alegría.
Algunos han sugerido que si alguien tiene alegría, debe saber también cómo deletrearla. La forma de deletrear "alegría" es Jesús, primero; segundo, uno mismo; tercero los demás. Jesús aguarda en el cielo para dar alegría a los creyentes que le entregan sus vidas. Él concede esta alegría siempre que el creyente dependa de él, momento tras momento. Si alguien permite que Cristo llene su vida con alegría, éste será preparado para compartir con él la alegría en la nueva tierra en su reino por venir. (Isaías 35: 1,2, 55: 12, Apocalipsis 21: 4).
3. Paz. La vida llena del Espíritu, en respuesta a la falta de tranquilidad, confusión, y tumulto, es paz. Mediante su poder, que es el Espíritu Santo, Jesús produce paz dentro del corazón del creyente que se le entregó. Él tiene "justicia, y paz, y alegría en el Espíritu Santo" (Romanos 14: 17). "Estar en mente espiritual es vida y paz" (Romanos 8: 6). El que tiene la mente espiritual experimenta paz en su corazón.
Jesús es el Príncipe de la Paz. (Isaías 9: 6) Sólo él puede traer paz al corazón del hombre y a las naciones de la tierra. La tierra nunca tendrá una verdadera paz hasta que venga Jesús como príncipe de la paz y gobierne como Rey sobre todas las naciones. (Mateo 24: 6, 7.) Tres pensamientos están en eslabón: paz entre las naciones, paz con Dios, y paz de Dios.
La paz entre las naciones ocurrirá en el futuro reino de Cristo en la tierra. (Miqueas 4: 3, Isaías 2: 4, 9: 7, 11: 6- 9, Salmos 72: 7.) "... Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra. "(Isaías 2: 4). La justicia en el gobierno de nuestro Señor producirá la verdadera paz entre las naciones y la paz en la tierra. La paz con Dios se refiere a la remoción de la enemistad entre el pecador y Dios a través del sacrificio de Cristo. La paz con Dios ocurre en la conversión. Ella resulta de la reconciliación del pecador con Dios a través de Cristo. (Romanos 5: 1, Efesios 2: 14, 15, Colosenses 1: 20, Isaías 27: 5, 53: 5)
La paz con Dios se refiere a la paz dentro del creyente, y es un elemento del fruto del Espíritu. La paz con Dios se refiere a la nueva relación legal entre el creyente y Dios. La paz con Dios resulta de esta nueva relación vital. La paz con Dios es el opuesto de la enemistad entre Dios y el hombre. La paz con Dios es el opuesto de inquietud, preocupación y ansiedad. Pablo escribió a los creyentes de Filipos y les dijo que la paz de Dios es el antídoto para la preocupación. "Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." (Filipenses 4: 6, 7). “El creyente debe ser agradecido por todas las cosas; debe rogar por todas las cosas; no debe lamentarse por nada”. (Norman B. Harrison, His Peace, 1930.)
Preocupación, ansiedad, y temor son experiencias comunes del hombre moderno. El hombre se preocupa porque no comprende el cuidado paternal de Dios por sus hijos. La preocupación resulta de la mirada hacia sí mismo; la confianza resulta de la mirada hacia Dios. Cuando el corazón de alguien está lleno de ansiedad y cuidados, está negando, en cierto modo, la providencia y el amor de Dios. Pedro escribió: "Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros." (1 Pedro 5: 7). Dios cuida de sus hijos, y ellos deben echar sobre él las ansiedades. La preocupación es inútil, gasta tiempo y energía mental. Alguien comparó la preocupación con un automóvil que permanece sin moverse mientras el motor está encendido; gasta energía, pero nunca llega a ninguna parte. La preocupación, además, produce efectos nocivos sobre el cuerpo del hombre. Mente y cuerpo están conectados. El hombre es una criatura psicosomática. Las actitudes mentales erróneas producen muchos desordenes funcionales. Muchas personas experimentan nerviosismo y desorden estomacal porque sus mentes están llenas de ansiedad, preocupación, y resentimientos. Para estas personas, la salud espiritual traería la salud física. Por supuesto que no todas las enfermedades resultan de actitudes mentales erróneas. ya que muchas enfermedades presentan una base física definida y deberían recibir tratamiento médico. Muchos creyentes llenos del Espíritu tienen enfermedades y aflicciones no porque son pecadores, sino porque son mortales. Sus cuerpos serán cambiados de la mortalidad a la inmortalidad cuando Jesús venga; hasta entonces serán perfectos y libres de toda enfermedad y aflicción.
El creyente puede vencer la preocupación, ansiedad, temor cuando alteran la dirección de sus pensamientos hacia Dios. Una persona no debe preocuparse por su preocupación. Él puede limpiar y vaciar su "círculo de preocupación" entregando sus cuidados a Dios y Cristo. Instruyendo a los hombres a no preocuparse acerca de los pecadores que prosperan, dijo David: "No te impacientes a causa de los malignos ni tengas envidia de los malhechores. Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará. Guarda silencio ante Jehová y espera en él, ... "(Salmos 37: 1, 4, 5, 7). "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová, el Señor, está la fortaleza de los siglos." (Isaías 26: 3, 4). Pablo escribió, "La paz de Dios domine en vuestros corazones." (Colosenses 3: 15). "Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros." (2 Tesalonicenses 3: 16). Dios da paz mental al creyente no quitando las incertidumbres ni dificultades que causan la preocupación, sino cambiándole su actitud en determinadas circunstancias. La paz no es la ausencia de tumulto y confusión; la paz es la actitud cristiana de equilibrio y serenidad en medio del tumulto y la confusión.
Paz, un fruto del Espíritu, es la característica propia de nuestro Señor que concede al creyente. Jesús nos quiere dar su paz. Él dijo: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo" (Juan 14: 27). "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo." (Juan 16: 33). El mundo da tribulación; Jesús da paz. El Maestro que reprendió el viento y pacificó la tempestad sobre el mar de Galilea, está apto para calmar y pacificar las tempestades de confusión en los corazones de los hombres hoy. (Marcos 4: 35- 41). Así como nuestro Señor reprendió a los discípulos, así hoy cuestiona a los hombres, "¿Por qué estáis afligidos? ¿Cómo no tenéis fe? "(Marcos 4: 40).
La paz dentro del creyente se expresa también entre los hermanos. "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres." (Romanos 12: 18). "Por lo tanto, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación" (Romanos 14: 19). "Buscando guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efesios 4: 3). "...Tened paz entre vosotros. (1 Tesal. 5: 13). "Huye también de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor." (2 Timoteo 2: 22). "Seguid la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12: 14).
4. Tolerancia. Tolerancia, resignación o paciencia, de la palabra griega makrothymia, es una característica del creyente lleno del Espíritu y gobernado por Cristo en relación a la persecución, dificultades, imperfecciones de los demás, y factores que no pueden ser cambiados. Aquel que es paciente tranquilamente tolera sufrimiento, aflicciones, y persecución. Él no está libre de obstáculos, retrasos y fallas. Es apto para frenar el estrés; es apto para sufrir pacientemente; es apto para lidiar con aquellas cosas que no pueden ser cambiadas y esperar, sin descontento, aquellas cosas que no pueden ocurrir anticipadamente. Él es como el jefe de familia que "espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía" (Santiago 5: 7). Aquel que es impaciente se aflige, resuena, contiende, critica, "no puede lidiar con eso", "no puede ordenarse con eso", y no puede esperar. Un escritor desconocido dijo: "Dios me conceda el coraje para cambiar las cosas que puedo cambiar, y la serenidad para aceptar aquellas que no puedo cambiar, y sabiduría para saber la diferencia."
La paciencia es un fruto del Espíritu. La paciencia resulta no de un esfuerzo desesperado de voluntad humana frente a las adversidades sino de una dependencia de Cristo y su poder transformador. Pablo mostró que el poder de Cristo es la fuente de la verdadera paciencia cuando escribió, "Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, obtendréis fortaleza y paciencia," (Colosenses 1: 11). Él exhortó a los cristianos a ser "pacientes con todos los hombres" (1Tesalonicenses 5: 14). Pedro escribió que los cristianos deberían añadir "al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad "(2Pedro1: 6). Pablo dijo que la amistad cristiana y la unidad pueden ser mantenidas si el cristiano tiene paciencia el uno con el otro. "Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, procurando mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efesios 4: 2, 3). Él insistió a los hombres ancianos que "sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia" (Tito 2: 2). Los creyentes que son maduros en la fe cristiana deben ser pacientes para con aquellos que son inmaduros en Cristo. "Es difícil para el paciente ser paciente para con el impaciente." (1 Timoteo 6: 11, 2 Timoteo 2: 24, 25, 1 Timoteo 3: 3, 2 Corintios 6: 4). A los creyentes se les exhorta a ejercitar la paciencia cuando están en persecución. (Romanos 12: 12, 1 Pedro 2: 20, Santiago 1: 2-4, Romanos 5: 3, 4, 2 Tesalonicenses 1: 4, 2 Timoteo 3: 10, 11.) Los creyentes tienen paciencia en relación a la segunda venida de Cristo. (1 Corintios 1: 7, Romanos 8: 24, 25, 15: 4, 5, Hebreos 6: 12, 15, 10: 36, 1: 1, 3: 10; La paciencia es el remedio para lo que alguien llamó "la segunda venida melancólica." La paciencia debería ser ejercitada en todas las áreas de la vida cristiana. "No nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos" (Gálatas 6: 9). La vida eterna es prometida para "los que, perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honra e inmortalidad" (Romanos 2: 7). La semilla que cayó "en buena tierra son aquellos, que con un corazón honesto y bueno, oyeron la palabra, la conservaron, y dan fruto con paciencia" (Lucas 8: 15). "... despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante" (Hebreos 12: 1). El secreto en adquirir esta paciencia junto al que corre en una carrera está en "mirar a Jesús el autor y consumador de nuestra fe" (Hebreos 12: 2). La paciencia es un fruto del Espíritu.
5. Benignidad. El quinto factor incluido en el fruto del Espíritu es la benignidad. La palabra griega que traduce el término en Gálatas 5: 22 es jrestotes, bondad o conveniente. Esta palabra griega ocurre diez veces en el Nuevo Testamento. En seis de estos diez versos, la palabra se refiere a Dios: su amabilidad (Efesios 2: 7, Tito 3: 4); Su bondad (Romanos 2: 4, dos veces, 11: 22, dos veces). En los demás cuatro versos de estos diez, la palabra griega se traduce "bueno" (Romanos 3: 12), "amabilidad" (2 Corintios 6: 6, Colosenses 3: 12), y "benignidad" (Gálatas 5: 22). En respuesta a la irritación, injusticia, e insultos, los cristianos son amables y bondadosos con los demás. Ellos son compasivos y misericordiosos; ellos tienen compasión, piedad, y simpatía. "Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo " (Efesios 4: 32). "Vosotros, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de misericordia, de humildad, mansedumbre, longanimidad, soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro, ; así como Cristo os perdonó, así haced vosotros también. "(Colosenses 3: 12, 13). "Y al siervo del Señor no conviene contender, sino ser manso para con todos, apto para enseñar, paciente" (2 Timoteo 2: 24). "Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean amigos de contiendas, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con toda la humanidad. "(Tito 3: 1, 2). "Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía." (Santiago 3: 17). Los cristianos deben añadir "a la piedad el amor fraternal; al amor fraternal caridad "(2 Pedro 1: 7). Pablo escribió que el amor "es paciente, es benigno" (1 Corintios 13: 4). "Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros." (Romanos 12: 10). "En fin, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables," (1 Pedro 3: 8).
6. Bondad. La bondad se traduce de la palabra griega agathosyne. Esta palabra griega ocurre sólo cuatro veces en el Nuevo Testamento. (Romanos 5: 14, Gálatas 5: 22, Efesios 5: 9, 2 Tesalonicenses 1: 11.) Los tres primeros textos se refieren a la bondad dentro de los creyentes; el último texto se refiere a la bondad de Dios. Una palabra griega relacionada es agathos, traducida "bueno" (actos 9: 36; 2 Corintios 9: 8; Gálatas 6: 10; Efesios 2: 10; Colosenses 1: 10, 2 Tesalonicenses 2: 17; 1 Timoteo 2: 10; 5: 10; 2 Timoteo 2: 21; 3: 17; Tito 2: 5; 3: 1; Hebreos 13: 21; Santiago 3: 17, ...) Un sinónimo de bondad como fruto del Espíritu es generosidad. Bondad o generosidad es la vida llena del Espíritu en respuesta a la necesidad de los demás.
Jesús dijo: "Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?, pues también los pecadores prestan a los pecadores para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es benigno para con los ingratos y malos"(Lucas 6: 33- 35). Pablo exhortó: "Compartid las necesidades de los santos y practicad la hospitalidad" (Romanos 12: 13). "El que robaba, no robe más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad." (Efesios 4: 28). Pablo escribió a Timoteo: "A los ricos de este mundo manda que no sean altivos ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos. De este modo atesorarán para sí buen fundamento para el futuro, y alcanzarán la vida eterna. "(1 Timoteo 6: 17-19). "Y de hacer el bien y de la ayuda mutua no os olvidéis, porque de tales sacrificios se agrada Dios." (Hebreos 13: 16). La palabra "comunicar" se refiere a donar las finanzas; significa compartir con otros, usar como propiedad común. "El que es enseñado en la palabra haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye." (Gálatas 6: 6).
7. Fe. El séptimo factor incluido en el fruto del Espíritu es la fe, en griego pistis. La fe y la sinceridad andan juntas. La fe es la respuesta del hombre a la fidelidad de Dios. La confianza es la respuesta a la confiabilidad de Dios. La fe es un acto de la voluntad del pecador en la conversión, es una actitud del cristiano, ya que él vive para Cristo todos los días. La sinceridad se refiere al hecho de que los creyentes son constantes, inmutables, leales, y estables hasta el fin. Los cristianos deben ser sinceros el uno con el otro así como para con Dios.
La sinceridad es una importante virtud que cada creyente debe poseer. Pablo exhortó: "Por tanto, mis amados hermanos, sed firmes y constantes, siempre abundantes en la obra del Señor, sabiendo que vuestro trabajo no es vano en el Señor." (1 Corintios 15: 58). Él escribió que los creyentes deberían estar "arraigados y edificados en él, y confirmados en la fe, como os he enseñado, abundando en acción de gracias." (Colosenses 2: 7). "Velad, estad firmes en la fe, portaos varonilmente y esforzaos." (1 Corintios 16: 13). Los santos glorificados en la segunda venida de Cristo son descritos por Juan: "Los que están con él son llamados, y escogidos y fieles" (Apocalipsis 17: 14). Ser fiel es estar firmemente preso a las promesas de Dios y ser verdadero en lealtad y afecto hacia Él. (Mateo 25: 21, 23, Hechos 14: 22, 1 Corintios 4: 2, 17, 16: 13, Efesios 1: 1; Nuestro Salvador, en Su fidelidad a Dios, es un ejemplo y una inspiración para la lealtad de Sus seguidores. Jesús siempre hizo las cosas que agradaban a Dios. Él era genuino, sincero, dependiente, digno de confianza, siempre fiel. Él describió a sí mismo como "Yo soy el pan verdadero. Yo soy el verdadero vino. Yo soy la verdad. Ningún obstáculo era tan grande, ninguna oposición era tan intensa; Jesús fue fiel hasta la muerte. Hoy, Jesús sigue inmutable en su fidelidad. "Y la fidelidad ceñirá su cintura" (Isaías 11: 5).
La vida de los primeros cristianos fueron testimonios de fidelidad a Dios. Los creyentes convertidos en el día de Pentecostés no fueron víctimas de la histeria de la masa; no fueron absorbidos en alguna experiencia emocional temporal. " Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones" (Hechos 2: 42). El gran apóstol misionero, un ejemplo de fidelidad, puede declarar cerca del final de su ministerio: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe" (2 Timoteo 4: 7).
La decisión de convertirse en cristiano es una decisión eterna. Es una elección de por vida, algo que se hace una sola vez. El creyente entra en Cristo y busca mantener esta posición por la eternidad. Él reside en Cristo; es leal a Dios. La conversión implica una decisión espontánea e inteligente de la voluntad humana que nunca deberá ser alterada. No es suficiente construir una hoguera; alguien debe poner el combustible para que siga ardiendo. No es suficiente convertirse en un cristiano; se debe crecer en la vida cristiana y permanecer fiel hasta la muerte. "Pero el que persevere hasta el fin, este será salvo" (Mateo 24: 13). El que termina el trayecto y vence en la carrera recibe el premio. Si alguien realmente desea ser un creyente fiel, nada es lo suficientemente grande para bloquear el camino. (Romanos 8: 35- 39). Dificultades pueden aparecer; las persecuciones pueden venir; pero él permanecerá firme. El cristiano fiel no será como una piedrita sino que será como una montaña inamovible. Él no será como una mala hierba, sino como un árbol regado por agua. Él no será como una luciérnaga sino como un faro. Jesús dijo: "Sed fieles hasta la muerte, y os daré la corona de la vida" (Apocalipsis 2: 10).
Muchas personas comenzaron la vida cristiana como creyentes entusiastas. Sus corazones se desbordaron con devoción y lealtad a su Maestro. De alguna manera sin embargo, durante los años que siguieron, algo sucedió. El celo se perdió; el entusiasmo se desvaneció. Los corazones ardientes se volvieron tibios. Parece como si llegaron frente a la puerta de la Iglesia pero luego se desvanecieron. Es importante para la Iglesia retenerlos como parte de ella. Jesús advirtió: "Ninguno que, habiendo puesto su mano en el arado, mira hacia atrás es apto para el reino de Dios" (Lucas 9: 62).
Fe es un fruto del Espíritu. La fe constante requiere una constante dependencia de Cristo. Fidelidad constante haciendo lo siguiente que Dios espera que se haga.
8. Mansedumbre. La mansedumbre, el octavo factor incluido en el fruto del Espíritu (Gálatas 5: 22, 23), es traducido del griego Praotes, ocurre nueve veces en el Nuevo Testamento. (1 Corintios 4: 21, 2 Corintios 10: 1, Gálatas 5: 23, 6: 1, Efesios 4: 2, Colosenses 3: 12, 1 Timoteo 6: 11, 2 Timoteo 2: 25, Tito 3: 2) Las palabras relacionadas son praotes, que ocurre nueve veces (Mateo 11: 29); (1 Corintios 5: 5, 21: 5, 1 Pedro 3: 4); que se realiza tres veces (Santiago 1: 21, 3: 13, 1 Pedro 3: 15). El que es manso es blando de temperamento, gentil, amable, educado, cortés, considerado con los demás, y tardo en airarse. No es orgulloso, soberbio, arrogante, autoconfidente, autoconfiable, dominante, ni vengativo. Él no "es el gran cerebro," no se regodea ni espera que se quiten el sombrero. Pablo escribió, "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;"(1 Corintios 13: 4, 5.) Los cristianos deben ser humildes en sus actitudes para con los demás.
Nuestro Salvador es un ejemplo de mansedumbre. Él dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas." (Mateo 11: 28, 29). (2Corintios 10: 1, Isaías 53: 7, 1Pedro 2: 21- 23, Mateo 21: 5.) Refiriéndose a la mansedumbre, la sencillez y la humildad de nuestro Señor, Pablo exhortó: "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia."(Colosenses 3: 12). Santiago escribió: "Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios." (Santiago 1: 19-21). Pedro dijo que el adorno del cristiano debería ser "el del corazón, en el incorruptible adorno de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios." (1Pedro 3: 4). Pablo escribió a Tito que instruyera a los creyentes de Creta “Que a nadie difamen, que no sean amigos de contiendas, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con toda la humanidad." (Tito 3: 2).
Pablo instruyó a Timoteo que como "hombre de Dios" él debía "seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre." (1 Timoteo 6: 11). Él dijo: "porque el siervo del Señor no debe ser amigo de contiendas, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. Debe corregir con mansedumbre a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad." (2 Timoteo 2: 24, 25). La mansedumbre debería caracterizar al creyente en toda la obra del Señor. "Al contrario, santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. Tened buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.." (1Pedro 3: 15-17). Cuando un creyente tropieza, otros creyentes deben levantarlo con espíritu de mansedumbre. "Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado" (Gálatas 6: 1). Nuestro Señor prometió, "Bienaventurados los mansos: porque ellos heredarán la tierra" (Mateo 5: 5). (Salmos 37: 11.) La mansedumbre, un fruto del Espíritu, es una característica amable de nuestro Salvador. Mediante su poder, el Espíritu Santo, Jesús busca producir mansedumbre dentro de la mente y corazón del creyente que se entrega a Él.
9. Dominio propio. El noveno y final factor mencionado por Pablo como perteneciente al fruto del Espíritu (Gálatas 5: 22, 23) es el autocontrol, templanza o autocontrol. La temperancia es traducida de la palabra griega egkrateia, autorestricción o continencia. La palabra griega ocurre cuatro veces en el Nuevo Testamento. (Hechos 24: 25, Gálatas 5: 23, 2Pedro 1: 6, dos veces.) Palabras relacionadas a esta son egkrateuomai, que ocurre dos veces. (1 Corintios 7: 9, 9: 25), y egkrates, que ocurre una vez (Tito 1: 8). en muchas versiones, egkrateia se traduce "auto control."
El autocontrol es lleno del Espíritu; vida gobernada por Cristo en relación a los instintos y deseos dados por Dios, como hambre, sed, y sexo. La justicia resulta cuando los instintos concedidos por Dios encuentran un cumplimiento apropiado. El pecado resulta cuando las capacidades mentales y del cuerpo se expresan de manera equivocada. Los deseos concedidos por Dios no son pecaminosos, pero se tornan pecaminosos sólo cuando son mal dirigidos o mal aplicados. Las obras de la carne incluyen fornicación, impureza, lascivia, borrachera, y disolución. (Gálatas 5: 19- 21.) En contraste, el fruto del Espíritu incluye el autocontrol. (Gálatas 5: 23.)
Pedro exhortó a los cristianos a añadir "al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad." (2 Pedro 1: 6). Pablo enumeró la temperancia o auto control como calificación de un obispo o anciano. (Tito 1: 8) Él dijo que los hombres mayores deberían ser "sobrios, graves, templados, sanos en la fe, en la caridad, en la paciencia" (Tito 2: 2).
Pablo comparó al creyente a un atleta que debe ejercitar el auto control de forma que esté en condición apropiada para correr la prueba. Pablo escribió: "¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible."(1 Corintios 9: 24, 25). (2 Timoteo 2: 1-7)
Pablo dijo a los creyentes en Corinto que debían ejercitar el auto control y mantener la pureza moral porque ellos pertenecían a Dios. "Todas las cosas me son lícitas, pero no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna. Los alimentos son para el vientre, y el vientre para los alimentos; pero tanto al uno como a los otros destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? ¡De ninguna manera! ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella?, porque ¿no dice la Escritura: "Los dos serán una sola carne"? Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; pero el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo,[15] el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?, pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. "(1 Corintios 6: 12-20).
Algunas cosas deberían ser totalmente excluidas de la vida de una persona. Con respecto a tales factores como bebidas alcohólicas, fumar, heroína, marihuana, etc., debe ejercitarse total abstinencia. Estas cosas no deben encontrar lugar en la vida del creyente. Muchos factores como comer, beber, trabajar, y jugar, deben estar incluidos en la vida de una persona. Con respecto a estas actividades, se debe ejercitar la moderación; no se debe permitir estas actividades en exceso. Algunas malas hierbas son meras plantas en lugares equivocados. La semilla de un árbol que crece en un jardín es una mala hierba. Una flor creciendo en un campo cultivado estaría en un lugar equivocado y sería arrancada por el arado. Estas malas hierbas no necesitan ser destruidas, sino trasplantadas y luego transformadas para ser útiles. Transplantar el brote de la semilla al campo y la flor al jardín, y no serán más malas hierbas.
Muchas cosas correctas en la vida se vuelven equivocadas porque están en el lugar incorrecto. Fuera del lugar son incorrectas, en el lugar apropiado, se hacen correctas. Poseer autocontrol o templanza, en la vida del creyente equivale a estar llena de flores de justicia, sin hierbas del pecado. Cada factor y actividad legítima ocupa su propia posición y proporción en la vida.
El creyente puede poseer el verdadero autocontrol solamente cuando está controlado por el Señor Jesucristo. El autocontrol es un fruto del Espíritu y resulta cuando Cristo habita dentro del cristiano a través de su Espíritu. El victorioso Señor habilita al creyente para ser un ganador.