La Iglesia es el nuevo pueblo de Dios. Los creyentes se vuelven nuevas criaturas en Cristo Jesús, y se convierten en partes de un nuevo grupo de la humanidad. Pedro dijo a los cristianos: "Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios; en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, ahora habéis alcanzado misericordia."(1 Pedro 2: 9-10). En el concilio en Jerusalén, Santiago declaró: "Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre" (Hechos 15: 14). Pablo escribió de Cristo: "Él se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras." (Tito 2: 14). "¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Y vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo," (2 Corintios 6: 16).
La Iglesia es uno de los tres grupos entre los cuales todos los hombres se dividen. Pablo escribió: "No seáis tropiezo ni a judíos ni a gentiles ni a la iglesia de Dios." (1 Cor. 10: 32). De acuerdo con esta clasificación divina, todo hombre es judío, gentil, o parte de la Iglesia de Dios. Los judíos constituyen la nación del pacto de Dios, Israel. Los gentiles constituyen la humanidad no judía, las naciones. La Iglesia de Dios es el cuerpo de Cristo, consistente en ambos judíos y gentiles.
Estos tres grupos no siempre existieron. Durante el tiempo entre Adán y Abraham, había únicamente un grupo, las naciones o los gentiles. Durante el tiempo entre Abraham y el ministerio terrenal de nuestro Señor, hubo dos grupos de la humanidad, naciones y nación, o gentiles y judíos. Hoy, durante los siglos entre Pentecostés y el retorno de Cristo, hay tres grupos: las naciones, la nación y la Iglesia; los gentiles, los judíos y la Iglesia de Dios. Cada uno de estos tres períodos existió por cerca de dos mil años. Durante el primer período, Dios trabajó con la masa de la humanidad; durante el segundo, trabajó principalmente con la nación de Israel; durante el tercero, está trabajando principalmente con la Iglesia. Nosotros vivimos en la dispensación de la Iglesia.
1. Gentiles. Todo hombre, por nacimiento natural, o es gentil o judío. Los gentiles son las personas que no son judías. Israel, la nación escogida de Dios, no existió antes de que Dios eligiera a Abraham para convertirse en su antepasado. Antes de la existencia del pacto de Dios, todos los hombres eran gentiles. Después del diluvio, las naciones se originaron de los tres hijos de Noé (Génesis 9: 19, 10: 32). Al principio, todos los hombres estaban unidos. Ellos tenían una lengua, vivían juntos como un pueblo; conocían a un solo Dios. La humanidad se degeneró sin embargo, de la civilización al salvajismo y del monoteísmo al paganismo. Habiendo dado la espalda a la luz, el hombre se sumergió en la oscuridad. Como un juicio divino, Dios cambió la lengua de las naciones y las dispersó entre los continentes. (Génesis 11: 1- 9.) La larga noche del paganismo había comenzado.
2. Israel. Habitando en el paganismo, la masa de la humanidad no agradaba a Dios. A través de su plan de salvación, Dios propuso el rescate de las naciones de la oscuridad para restaurarlas a la luz. Deseó salvarlas del pecado a la justicia, de la idolatría al monoteísmo, y de la mitología a la verdad. Él quiere que todas las naciones le adoren como único y verdadero Dios y vivan de acuerdo con sus principios de justicia. Para cumplir su obra en reclamar para sí la humanidad, Dios planeó trabajar a través de una nación elegida que sería ejemplo y testigo misionero para otras naciones. Sin embargo, ninguna de las naciones existentes sobre la tierra, estaba calificada para esta obra de redención. Todas las naciones se habían degenerado hacia el paganismo. Todas las naciones también necesitaban la redención. De esta manera, Dios planeó formar su propia nación especial para este propósito. Así, Dios escogió a Abraham para ser el fundador de su nación misionera, Israel. Israel nunca habría si no fuera por el plan de Dios. El origen, continuación, y preservación de la nación resultó de la obra milagrosa de Dios. La nación elegida de Dios fue exaltada sobre todas las naciones. (Éxodo 19: 5, 6, Deuteronomio 7: 6, 14: 1,2, 26: 16-19). Dios colocó a su nación en la tierra de Canaán, el puente a tres continentes, el cruce del mundo, el centro de la tierra tierra. Israel debería ser una luz brillando en la oscuridad, una nación sacerdotal para traer a las naciones paganas de vuelta a Dios. Para venir a Dios, los gentiles debían convertirse en parte de la nación elegida de Dios. Principalmente la historia del Antiguo Testamento describe la obra de Dios con una nación elegida.
3. La Iglesia. Durante los siglos desde el ministerio terrenal de Cristo, Dios ha trabajado con un nuevo grupo de la humanidad, la Iglesia de Dios. La Iglesia es un nuevo pueblo que consiste de ambos, judíos y gentiles. "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús." (Gálatas 3: 28). "Donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni extranjero, esclavo ni libre, sino que Cristo es el todo y en todos." (Colosenses 3: 11). Cuando los pecadores aceptan a Jesús como Señor y Salvador ya no son considerados judíos o gentiles a la vista de Dios; las distinciones viejas desaparecen. Los hombres se vuelven nuevas criaturas y partes de un nuevo grupo de la humanidad; son miembros de la Iglesia.
Conceder a los gentiles una posición de igualdad en cuanto al pueblo del concierto del Antiguo Testamento significa al mismo tiempo la cancelación del privilegio de la posición del judío y colocar a Israel como nación (Romanos 11: 25). La visión de la posición de la nación de Israel en la historia de la salvación de la presente era es así un paréntesis. El gentil puede ahora beber del manantial de la salvación sin que antes tenga que obtener el permiso del judío. (Romanos 10: 12, 13.) Un endurecimiento parcial a atrapado Israel, pero su "caída" es la riqueza del mundo. (Efesios 2: 11- 13): los creyentes gentiles tienen el mismo derecho que el creyente judío. Ellos son coherederos, y miembros compañeros del cuerpo, copartícipes, conciudadanos con los santos (Efesios 3: 6, 2: 19). Ellos son los que comparten las posesiones espirituales (Romanos 15: 27), y están junto con ellos "un nuevo hombre", el cuerpo de Cristo (Efesios 2: 15, 16). Siendo así, en la Iglesia la distinción no gobierna. (Erich Sauer, Op. Cit., Págs. 64).
Para las naciones, Cristo es la piedra que destruye (Daniel 2: 34, 35, 44, 45, Apocalipsis 19: 11-16). Para Israel, Cristo es la piedra de tropiezo. (Isaías 8: 14, 15: Mateo 21: 33, 34). Para la Iglesia, Cristo es la piedra de fundamento. (Isaías 28: 16, Efesios 2: 20, 21.) Las naciones negaron a Cristo; se romperán en pedazos. Israel rechazó a Cristo; fueron dispersos entre las naciones. La Iglesia ha aceptado a Cristo; ella está edificada sobre él.
Los gentiles son figurados como un hombre en una imagen de metal en el sueño de Nabucodonosor. (Daniel 2: 31-45). Israel es figurado como un hombre y un ejército que está sin vida y de quien los huesos están separados, en la visión de Ezequiel del valle de los huesos secos. (Ezequiel 37: 1-11). La Iglesia es figurada como un hombre, el nuevo hombre en Cristo Jesús, un cuerpo compuesto de ambos judíos y gentiles con Cristo como cabeza. (Efesios 2: 11- 19.)
La Fiesta de las Trompetas, donde Israel se reunía por el sonar de las trompetas (Levítico 23: 23- 25), es profética de eventos ocurriendo en los últimos días de la era de la Iglesia. Las trompetas proféticas están sonando para juntar a las naciones para la batalla y el juicio (Joel 2: 1, 3: 9-16), para reunir a Israel en la tierra de Palestina (Isaías 27: 12, 13), y para reunir a la Iglesia en nube de gloria en el retorno de Cristo (1Tesalonicenses 4: 16, 17; 1 Corintios 15: 52, 52). Durante la era del Reinado, Dios trabajará con todos los tres grupos de la humanidad. La Iglesia será completa y glorificada. Los cristianos muertos serán resucitados, y los cristianos vivos serán transformados en la segunda venida de Cristo. La Iglesia glorificada será arrebatada para encontrar al Señor en el aire, y estará con él cuando aparezca para las naciones como el Rey de los reyes. Israel, dispersado entre las naciones y perseguidos durante la era de la Iglesia, será vuelto a su tierra, convertido a Cristo como Mesías, y exaltado entre todas las naciones. Israel entonces cumplirá su obra sacerdotal de traer las naciones a Dios. Las naciones o gentiles que fueren salvas del día de la ira, servir a Cristo, el Rey, y vivir en paz y justicia. (Zacarías 14: 16, Miqueas 4: 1-4).
¿A qué grupo de la humanidad pertenece usted? ¿Es judío, gentil, o miembro de la Iglesia de Dios? Una persona sólo puede pertenecer a un grupo exclusivamente. Todo hombre nace judío o un gentil; nadie nace como miembro de la Iglesia de Dios. Al aceptar los dones de salvación de Dios, el pecador, siendo judío o gentil, puede convertirse en un miembro de la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios.